Por Cristian David Salazar Chavarro
Fundador Derechointeractivo.com
En el marco de un ejercicio académico (y también por curiosidad), le consulté a GPT4 (inteligencia artificial de Open IA), acerca de si el derecho disciplinario en Colombia es autónomo o no, y esto fue lo que respondió:
Pregunta: ¿El derecho disciplinario es un área autónoma del derecho en Colombia?
“En Colombia, el derecho disciplinario es un área del derecho administrativo y, por lo tanto, no es considerado como una rama autónoma del derecho. El derecho disciplinario se ocupa de las infracciones cometidas por los servidores públicos en el desempeño de sus funciones y es regulado por el Código Disciplinario Único (Ley 734 de 2002) y otras normas y regulaciones que establecen las obligaciones y responsabilidades de los servidores públicos, así como las sanciones por el incumplimiento de estas obligaciones.
El derecho disciplinario tiene como objetivo garantizar el buen funcionamiento del servicio público, proteger los derechos de los ciudadanos y prevenir el abuso de poder por parte de los servidores públicos. En Colombia, la Procuraduría General de la Nación es la entidad encargada de investigar y sancionar las infracciones disciplinarias cometidas por los servidores públicos en todo el territorio nacional.”
Esta respuesta me dejó las siguientes conclusiones:
Más allá de la discusión dogmática que vaya por una u otra vertiente (autonomía o no del DD), o las imprecisiones normativas advertidas, nos percatamos que la IA solo repite conocimiento, el cual es tomado de fuentes limitadas, sin que se sepa a ciencia cierta de qué textos extrajo la información. En este sentido -por el momento- la IA no crea conocimiento, ni lo analiza o lanza juicios de valor sobre el mismo.
Si bien es una herramienta que puede resultar útil para casos específicos, debemos ser conscientes de sus “peligros”, y no hablo de aquellos que sugieren un futuro apocalíptico en el que los abogados seremos reemplazados por las máquinas, sino en el latente y progresivo riesgo de confiar exclusivamente en los resultados de la herramienta, que nos lleve hasta el punto de limitar nuestras propias capacidades de consulta, reflexión y análisis. ¡Este es el verdadero peligro!
De no hacerse algo con esta dependencia humana a la simplificación “extrema” de información, nos pondremos en bandeja de plata para que la IA, en efecto, pueda reemplazar a los abogados del futuro (o del presente), no porque hubiese superado las capacidades humanas, sino porque nosotros mismos decidimos dejar de pensar.